Siempre he sentido fascinación por los grandes árboles, seres inabarcables capaces de cumplir 100, 500, 1.000 años y seguir creciendo y fructificando como si fueran jovencitos brinzales!. Seguramente es enviada por esa victoria sobre el tiempo. Quizá también sea admiración ante tan fieles testigos mudos de miles de nuestras grandes y pequeñas historias.
Pudo tener la culpa el ciprés de Silos, ese “ enhiesto surtidor de sombra y sueño” que conocí de niño y sigue siendo mi confidente, como lo fue de Gerardo Diego o de Unamuno.
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ResponderEliminarHola amiga, me alegra ver que has vuelto a escribir. Que maravilla y misterio encierra la naturaleza.
ResponderEliminarUn beso grande.